Los fanáticos de Coca‑Cola compartieron su pasión en una muestra de coleccionismo única

04/11/2019

Tradiciones son tradiciones, y por eso la séptima edición de la Convención Internacional de Coleccionistas de Coca‑Cola recién abrió sus puertas al público luego de que Javier Petrera, el Presidente de la Asociación Argentina Coca‑Cola Collectors, hiciera sonar su campana en cada rincón del Salón Frers de La Rural. Pero esta vez en lugar de ir al trote realizó su especial ceremonia a bordo de un simpático BMW Isetta modelo 1958, decorado de rojo y blanco para la ocasión.

En los stands de cada uno de los 75 coleccionistas argentinos y extranjeros se exhibieron desde botellas, latas y vasos hasta remeras, relojes y ojotas de la marca. Algunos decidieron hacer foco en versiones de Coca‑Cola saborizadas, como el uruguayo Roberto Arambillet, mientras que otros, como los porteños Silvia Giuliani y Fabián Dellacasa, llenaron su mesa de osos polares. “Empecé mi colección hace 15 años. Adoro estos osos, son todos originales y muchos no están en ningún otro lado, ni siquiera en Internet. Los encontramos en ferias de garage, guiados por una corazonada; cuando a uno le gusta algo, lo detecta”, explicó Silvia a Journey.

Con entrada libre y gratuita, la mayoría de las 14.000 personas que visitaron este año la convención lo hicieron con la curiosidad de quien quiere ser testigo de una rareza: primero con timidez por lo particular del encuentro, y luego con emoción y nostalgia al descubrir objetos que disparaban recuerdos lejanos. Los dos impecables camiones de reparto de Coca‑Cola de la década del ’40, por ejemplo, sirvieron de decorado obligado para la infaltable foto del evento.

“Me encanta el merchandising de Coca‑Cola, pero además soy estudiante de marketing y obviamente estudiamos mucho todo lo relacionado a la marca, así que para mí es como venir a una clase de historia”, señaló Valentina Gutiérrez, una joven colombiana que, como buena especialista, puso su atención en las distintas tonalidades de rojo que se utilizaron a lo largo de los años.

     

    Por su parte, los fanáticos de la marca iban de stand en stand buscando piezas para comprar o incluso para hacer trueque. Todo es válido a la hora de hacer crecer la colección, tal como cuenta Matías D’Agostino, que en su puesto exhibió con orgullo una réplica del vaso original con el que se medía la proporción de jarabe y agua carbonatada necesarios para la elaboración de la bebida que terminó siendo un ícono mundial. “Pertenecía a un coleccionista brasileño y me lo canjeó por botellas de aluminio, que era lo que él estaba buscando, y algo de dinero”, precisó entusiasmado.

    Una comunidad cada vez más grande

    “Tengo muchas botellas y latas de Coca‑Cola, pero desparramadas por toda mi casa; las debería ordenar”, se propuso Tomás Lloveras, que fue de paseo a La Rural y a partir de esta experiencia reconoció que le gustaría sumarse como expositor en un futuro: “Es cuestión de organizarse. Me tengo fe”, agregó.

    Este efecto que produce la exhibición en el público no es una novedad para el Presidente de la Asociación Argentina Coca‑Cola Collectors, aunque no por eso deja de ser motivo de celebración: “Muchos de los coleccionistas más jóvenes empezaron así, visitando nuestros encuentros anteriores. Eso nos pone muy contentos”, aseguró Javier. Tantos años de inspiración dieron también otro fruto: en esta oportunidad, la Convención fue distinguida por la Legislatura porteña como un evento de interés cultural.

    Durante las siete horas que duró la exposición hubo tiempo para un sorteo muy codiciado por los expositores: un viaje a Atlanta (Estados Unidos) para visitar la sede central de The Coca‑Cola Company. El ganador fue Juan Pablo Martínez Llobet. “Es la segunda vez en mi vida que gano un premio ¡La anterior fue hace 40 años, en una edición especial en el Luna Park de Titanes en el Ring por el Día del Niño!”, relató todavía sorprendido y sin poder contener la risa.

    “Esta es una gran familia”, resumió sobre el final Javier Petrera. Y a modo de balance, no pudo evitar recordar los inicios de algo que excedió los límites de su imaginación: “Todo nació en mi casa, charlando con otros coleccionistas, y en 2012 nos tiramos a la pileta con esta aventura. Aquella vez esperábamos 200 personas y vinieron 2.000, así que tomamos impulso y ya vamos por la séptima y unos 14 mil visitantes. Ojalá que sigan muchas más porque esto nos une: vienen participantes de todas las ciudades, provincias y países... y lo mejor es que somos todos amigos”.

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