Los jóvenes ponen a prueba sus talentos en un emblemático restaurante de Bellavista


Unos sueñan con ser independientes, otras con dedicarse a la cocina fuera de Chile. Distintas son las razones motivan a estos jóvenes a sumarse a los Bootcamps que organiza Comida para Todos, Coca‑Cola y ACHIGA. Compartimos un día de formación de los pasantes del entrenamiento en el Sarita Colonia, en medio de la movida de Bellavista.

14/03/2022

Journey Chile

Varias personas (hombres y mujeres) con delantales naranjos frente a dos mesas con utensilios de cocina. Varias personas (hombres y mujeres) con delantales naranjos frente a dos mesas con utensilios de cocina.

Cuando el restaurante Sarita Colonia abrió sus puertas en el año 2000, rápidamente se convirtió en emblema de la vida nocturna de la capital, admirado por su decoración kitsch y por ser un punto de encuentro de la bohemia. Cuatro años después bajó sus cortinas y, durante una década, sus viudos reclamaron la reapertura… hasta que renació. Hoy ha vuelto para ofrecer una carta de comida peruana, instalado en una casona en calle Loreto redecorada con la imaginería religiosa, pop y barroca que es su sello.

El día que fuimos de visita, la cocina aún no empezaba a funcionar, pero la terraza se llenó de jóvenes que se ubicaron alrededor de una mesa para aprender sobre vinos. Son los pasantes del Bootcamp de Comida para todos, Coca‑Cola y ACHIGA, que ese día recibieron una charla sobre maridaje. “Ellos quedarán capacitados para desempeñarse desde ayudante de garzón o sommelier, hasta de maître o jefe de salón, si se ponen las pilas”, explica la chef Elizabeth Villegas, profesora del Bootcamp.

Los Bootcamps son programas de entrenamiento intensivo, pensados para preparar a jóvenes en oficios gastronómicos. Para eso, distintos restaurantes de Santiago y otras ciudades ofician de escuela, donde 200 jóvenes participan de una formación de 30 horas en cocina, 30 en técnicas de salón, y realizan una práctica profesional que, en muchos casos, termina vinculándolos laboralmente.

“La calidad con la que estamos preparando a los jóvenes es superior a cualquier media que encontremos en el ámbito educativo; somos profesores altamente calificados que entregamos herramientas más que básicas para que se defiendan en su trabajo. Acá se les enseña a ser empáticos con el cliente, a ponerse en su lugar y a atenderlo como nos gustaría que nos atendieran a nosotros”, agrega Elizabeth.

Foto de tres mujeres con delantal naranjo preparando platos. En clases de atención en sala aprenden, por ejemplo, a poner una mesa, a ofrecer la carta a los clientes y a recomendar vinos.
Oficios para ser independientes

“La primera clase los vi un poco asustados, con expectativas y ganas de aprender; y con el transcurso de las clases los he visto muy motivados y contentos de estar acá”, dice la chef-profesora del Bootcamp, quien les enseñó, por ejemplo, a leer la etiqueta de una botella de vino para fijarse en la cepa, el año, la viña y el valle de origen, y así ofrecerlos con más propiedad a los clientes.

Durante el año, Elena Huenchuleo estudia Psicología, pero aprovecha el verano para capacitarse en las clases del Sarita Colonia, porque dice que está buscando aprender cosas que la ayuden a ser más independiente. “En atención al cliente nos enseñaron cómo llegar a una mesa, qué decir, qué preguntar, lo fundamental. Y me gusta mucho la interacción con clientes, que se lleven una buena experiencia del restaurante”, comenta.

“Mi mamá es cocinera y a mí me gusta cocinar desde los siete años. Soy nerviosa y tímida, pero gracias a este Bootcamp he conocido gente que me ha ayudado a sentirme más segura y salir adelante”, agrega Andrea Arbaiza, otra de las entusiastas alumnas del taller, cuyo sueño es capacitarse para viajar a Estados Unidos y dedicarse a la gastronomía.

Varias personas sentadas tomando notas. Las y los jóvenes del Bootcamp parten con clases teóricas y después pasan al entrenamiento más práctico.