Invalid date. Please publish page or set Publication Date
Junto a la Fundación Avina, la Fundación Indra, la Intendencia de Rivera y la DINAMA, Coca‑Cola de Uruguay lleva adelante desde 2016 un ambicioso proyecto de conservación del bosque nativo y los recursos hídricos en el Valle del Lunarejo.
Nunca es sencillo cambiar, dejar atrás lo que se conoce y comenzar algo nuevo. Muchas veces estos cambios responden a decisiones bien razonadas, sopesadas durante largas horas. Otros en cambio, se imponen, caen por sorpresa y resulta casi imposible eludirlos. Y a veces estos cambios son mágicos.
Esto fue precisamente lo que le sucedió a Carmen Cáceres cuando 20 años atrás decidió comprar junto a su esposo un terreno en el Valle del Lunarejo, en el departamento de Rivera. Aquella decisión estaba motivada por un único objetivo: crecer, tener mejores ingresos y producir más sin modificar sustancialmente la vida que llevaban. Sin embargo al recorrer la tierra que acaban de adquirir se encontraron con un lugar repleto de historias de indios, duendes y belleza que los obligó a cambiar de planes.
La Cueva del Indio se encuentra dentro del predio que Carmen administra y es uno de los puntos más atractivos de este paraíso natural que es el Valle del Lunarejo. Tras dejar atrás el campo que Carmen y su marido destinaron a la cría de ganado, uno comienza a adentrarse de a poco en un espacio desbordante de una irreverente vegetación donde un árbol se apoya sobre otro, un tronco acoge distintas clases de maleza y las rocas sirven de sostén a las raíces de una nueva especie. Es un lugar único que guarda en su seno un bosque nativo con más de 600 años de vida que incita al visitante a poner en perspectiva su lugar en el mundo.
Y la primera vez que Camen se adentró en este paraíso supo que ya nada sería igual. El progresivo cambio en su vida no tenía vuelta atrás. Carmen dejó atrás el rutinario trabajo que la ocupaba en el pueblo de Tranqueras para descubrir, conocer y entender que ese lugar de una belleza y biodiversidad únicas en Uruguay no podía estar reservado únicamente para el disfrute de su familia. Así fue como comenzó a diseñar un sendero para incursionar en el ecoturismo. Muchos de sus vecinos ya habían comenzado a explotar la faceta turística de sus campos.
De hecho, en el marco del ambicioso proyecto de conservación de los recursos hídricos y el bosque nativo que desde 2016 lleva adelante Coca‑Cola junto a la Fundación Avina, el Instituto de Desarrollo Rural y Aguas (Fundación Indra), la intendencia de Rivera y la Dirección Nacional de Medio Ambiente (DINAMA) de Uruguay, muchos productores del Valle de Lunarejo comenzaron a cercar sus campos para evitar el ingreso de ganado al bosque nativo y reemplazaron esos ingresos con ecoturismo. La Compañía se planteó el desafío de proteger al menos el 10% del bosque nativo del Valle -unas 3 mil hectáreas- y a casi tres años de iniciado el proyecto los primeros y alentadores resultados ya se pueden vislumbrar.
Casi sin darse cuenta Carmen comenzó a recibir turistas. Disfruta recorrer con ellos el bosque mientras, compenetrada con el entorno, les cuenta acerca de los árboles y especies animales que allí habitan y transmite las leyendas que ofrecen una mayor espesura a la historia del lugar. Como la de la Aruera, la planta que obliga a los visitantes a saludarla “al revés” cada vez que pasan a su lado. Así por la mañana, al pasar junto a una aruera se debe decirle “buenas tardes” o “buenas noches” y por la tarde “buenos días” o “buenas noches” para evitar reacciones alérgicas. Las formaciones de rocas y troncos que invitan a descubrir en ellas duendes y demás personajes fantásticos le permitió además crear nuevas historias para animar a los más pequeños que visitan el lugar.
A cinco años de haberse lanzado de lleno al ecoturismo, la vida que llevaba Carmen es ya un viejo recuerdo que poco tiene que ver hoy con su cotidianeidad. Carmen apuesta ahora a la coexistencia entre la actividad ganadera y el ecoturismo. Para ello, asegura, fue indispensable el apoyo de Coca‑Cola y sus socios de modo de evitar que el ganado ingrese al bosque nativo y lo deprede afectando así las cuencas hídricas. Con su emprendimiento Carmen ayuda a proteger el arroyo Rubio Chico que pasa por su terreno y que desemboca en el Río Tacuarembó.
Lejos, muy lejos, quedó ya la oficina en Tranqueras. Cada viaje al monte, dice Carmen con el mismo entusiasmo de hace 20 años cuando bajó por primera vez, es una nueva experiencia. “Cada vez que bajo encuentro algo nuevo, en cada viaje y paseo no sabes lo que te va a sorprender, pueden ser pájaros, plantas, flores, siempre hay algo lindo y eso es maravilloso” explicó Carmen a Journey. Y por eso, advirtió, “tiene que seguir existiendo por siempre. La cantidad de árboles que hay de 400, 600 años, si así existió tiene que seguir existiendo”.
Si querés saber más sobre el trabajo de Coca‑Cola para cuidar el Medio Ambiente podés visitar esta sección.