Omar abrió hace 11 años un kiosco en la casa de su infancia en Tucumán y hoy le da un nuevo impulso gracias a Sigamos Abiertos
01/12/2021
Perfeccionista y meticuloso, Omar Campero no dudó en inscribirse en el programa gratuito de capacitación a distancia que llevamos adelante junto a Fundación INCOTEDES para mejorar la atención personalizada que busca darles a sus clientes. Entre otras cosas, cuenta que Sigamos Abiertos lo ayudó a incorporar herramientas de comercio electrónico y destaca el trato personalizado por parte de los docentes.
Cuando Omar Campero era pequeño no imaginó que el jardín delantero de su casa, en San Miguel de Tucumán, un día se iba a transformar en el epicentro de sus sueños como emprendedor. Es que allí, en ese lugar donde antes jugaba con sus hermanas y amigos, fue donde montó lo que acabó siendo su medio de vida: un maxikiosco que atiende desde hace 11 años. “Quería tener mi propio proyecto, así que hablé con mi papá, que es albañil, y lo convencí para que me ayudara a concretarlo. Acá no había nada, todo esto lo construyó él”, explica orgulloso.
Omar inauguró el negocio en 2010, poco después de que su padre terminara la obra y él finalizara sus estudios para ser fotógrafo. Pero la idea nació mucho tiempo antes, durante un viaje que hizo por toda la Argentina para contar historias de pueblos y ciudades de nuestro país. “No importaba el tamaño de la localidad, en cada lugar siempre había al menos un kiosco”, asegura. “Así se me ocurrió empezar con esto, sumado al deseo de estar siempre en contacto con la gente, algo que también me gusta. Conozco el barrio y a todos mis clientes desde siempre, lo que me permite ofrecerles una atención súper personalizada. No se trata solamente de vender productos, también pasa por charlar con ellos, saber lo que más les gusta y así siempre acercarles lo mejor”, destaca.
En esa búsqueda estaba cuando hace dos años concretó otro de sus sueños: cruzar el océano y recorrer Europa. “Conocí otras realidades: viajar te abre la cabeza y te enseña a mejorar tu vida. Pero también me traje ideas para aplicar en mi comercio, sobre todo en lo que refiere a la exhibición de los productos y a mantener el orden”, señala.
Su pasión por perfeccionarse también llevó a Omar a sumarse a Sigamos Abiertos, el programa gratuito de capacitación a distancia que llevamos adelante junto a Fundación INCOTEDES para potenciar el negocio de kiosqueros y almaceneros de todo el país. “Está muy bueno porque las clases las dictan profesores que saben y que te impulsan todos los días”, sostiene. Y destaca lo que aprendió en materia de comercio electrónico, algo que de a poco se anima a implementar en su kiosco. Además valora mucho las instancias de tutorías, en las que recibe un trato más personalizado por parte de los docentes. “Nos dan tips muy claros y concretos sobre qué es lo mejor para que nuestros negocios puedan seguir creciendo. Eso es muy valioso”, celebra.
El 90% de los más de 264.000 clientes de Coca‑Cola en Argentina son pequeños comercios de barrio como el de Omar; kioscos y almacenes que representan el principal ingreso familiar. Ellos forman parte de la extensa cadena de valor de la Compañía en el país, que emplea a más de 174.000 personas de manera directa e indirecta e incluye, entre otros, a productores agropecuarios, choferes, operarios, repositores y almaceneros.
Mientras cae el sol y llega el alivio luego de un día de calor abrasador en Tucumán, Omar mira a su alrededor, recuerda el camino recorrido y ratifica su amor por lo que hace; pero sobre todo por cómo lo hace: “Ser emprendedor no lo cambio por nada. Es una pasión, es ponerle garra todos los días, es empezar de cero y motivarse con los logros pero también con los fracasos: si las cosas salen mal, hay que volver a levantarse. Cuando uno pone empeño, lo puede lograr”, concluye.
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