La desembocadura del Guadalhorce fue declarada Paraje Natural en 1989

Desembocadura del Guadalhorce

Este proyecto de Coca‑Cola reutiliza 650 millones de litros de agua para aumentar la biodiversidad en la desembocadura del río

Somos, en muy buena parte, agua. Desde que nacemos hasta que morimos, el agua recorre nuestro cuerpo, nuestros órganos, nuestras células. En definitiva, el agua es vida. Así que en un siglo que promete tantos cambios como éste que está en curso, repensar el líquido elemento bajo el prisma de la sostenibilidad y la responsabilidad con respecto a las generaciones que vienen es ya una obligación ineludible. Y Coca‑Cola la asume.

El agua es uno de los grandes protagonistas de sus compromisos medioambientales, entre los que se incluyen rebajar en un 20% el consumo de agua en la fabricación de las bebidas para 2025 y devolver a la naturaleza el 100% del agua que contienen sus refrescos. Un objetivo este último que ya se ha logrado a nivel global, pero por el que hay que trabajar día a día.

Con esa meta en mente, la restauración hidrológica de humedales en el Paraje Natural de la Desembocadura del río Guadalhorce se une a la lista de proyectos hídricos de Coca‑Cola en Españacomo las Tablas de Daimiel, la Laguna de Can Fenosa o el Tancat de la Pipa en L’Albufera de Valencia, por citar tres proyectos de restauración de humedales.

En colaboración con el Centro de Hidrogeología de la Universidad de Málaga, el objetivo de este proyecto, desarrollado entre 2017 y 2019, ha sido aprovechar el tratamiento y la depuración de aguas residuales para restaurar los humedales que, desde hace años, son el hogar de aves migratorias en su camino a África, así como fomentar la biodiversidad de la zona.

Aprovechando el tratamiento y la depuración de aguas residuales

Así se puede resumir un proyecto en el que la idea era “buscar oferta de agua residual depurada y al mismo tiempo encontrar un demandante”, en este caso unas cubetas (humedales), como nos explicó el director de la iniciativa, Bartolomé Andreo Navarro, catedrático de Geodinámica Externa (Hidrogeología) de la Universidad de Málaga.

A pocos metros de la desembocadura del río Guadalhorce se encuentra la Estación Depuradora de Aguas Residuales (EDAR) de la Empresa Municipal de Aguas (EMASA), que estuvo de acuerdo en ceder el agua para realizar el trasvase. 

Ya solo quedaba construir una tubería que llevara el agua desde la planta de tratamiento hasta las lagunas de la desembocadura, y comprobar y garantizar que la calidad del agua cumpliera todos los requisitos medioambientales, para realizar sucesivas pruebas piloto.

La depuración primaria y secundaria de las aguas se realiza en la planta de tratamiento, pero se ha añadido un filtro ultravioleta en la tubería para eliminar el exceso de bacterias, mientras que la vegetación de las lagunas hace de filtro adicional, actuando como mecanismo de depuración natural. Así, se puede aprovechar un agua que, de otra manera, acabaría directamente en el mar. 

Una nueva tubería lleva el agua desde la planta de tratamiento hasta las lagunas de la desembocadura.

Cuatro nuevos humedales en la desembocadura del río

La tubería que conduce el agua depurada desde la planta de EMASA, en el Polígono Industrial Guadalhorce, hasta el Paraje Natural, se ha construido para poder hacer llegar gradualmente hasta los humedales un total de 650 millones de litros de agua

Con esta agua, se crearán cuatro nuevos humedales en los márgenes del delta, que se unirán a las ocho lagunas que ahora alberga la desembocadura. Estos humedales serán más someros que las lagunas previas, lo que permitirá desarrollar hábitats adecuados para aumentar la biodiversidad. Durante todo este proceso, el equipo de la Universidad de Málaga investigará y estudiará el impacto de la aportación de agua en esos nuevos humedales.

En una fase previa del proyecto, el equipo del profesor Andreo Navarro comprobó la situación en todas las aguas del entorno con controles de parámetros físicos, químicos e hidrogeológicos realizados a través de sondeos (piezómetros) perforados en los acuíferos, las lagunas, el mar, las aguas subterráneas y el propio río Guadalhorce. 

Una desembocadura con mucha historia

Paraje Natural desde 1989, la Desembocadura del Guadalhorce ha tenido una historia agitada. El encauzamiento del tramo final del río, que concluyó en 2003, puso cierto punto y seguido a un relato con no pocos sobresaltos, inundaciones incluidas.

Sus humedales actuales son fruto de la acción humana, resultantes de las graveras excavadas en la zona a mediados del siglo XIX, pero lagunas y ciénagas se observan en mapas muy antiguos, demostrando que el paisaje pantanoso del antiguo delta ha sido una constante. Los fenicios estuvieron allí, antes de nuestra era, como atestigua el importantísimo yacimiento del Cerro del Villar.

Durante las últimas décadas de este paisaje cambiante, se formaron ocho lagunas dentro del delta (Casilla, Escondida, Río Viejo, Grande, Eucaliptal, Costera, Charca Sur y Limícolas) a las que ahora se une la restauración de cuatro humedales perimetrales, cuyo objetivo principal es luchar contra la intrusión salina y cumplir una función de filtro verde. 

Humedales experimentales, fuente de biodiversidad

La desembocadura del Guadalhorce es punto de encuentro de infinidad de especies.

Y es que la restauración de humedales en la Desembocadura del Guadalhorce conlleva la lucha contra la intrusión salina, siempre con el objetivo en mente de mejorar la biodiversidad. 

Que aumente la biodiversidad ya presente en el Paraje –venida de todos los rincones de Europa– enriquece un Paraje Natural clave en la comunidad local, dada su cercanía a la capital.

Esta restauración contribuirá también a generar un área de recreo que permita a los malagueños disfrutar de la Desembocadura del Guadalhorce, todavía una gran desconocida para muchos, y potenciar la educación ambiental.

Proyecto financiado por The Coca‑Cola Foundation

Fotos | Wikimedia Commons, CEHIUMA, V. Moreno

 

Última actualización: 13/04/2020